martes, 17 de mayo de 2011

SIN RENCOR, ANTE LA DICHA.

El miedo nos hace estar alerta, creer, tener fe dicen algunos que quieren jugar a enamorarse, el amor es la pauta de aquellos ingenuos en búsqueda del tiempo perdido.
El me miraba con una mueca de cariño, de ese que se le tiene a la esperanza, aquella de encontrarse en los ojos de otro.
Algunos intentos de sexo fallido, los besos que indulgentemente le di en la boca, me hicieron recrear escenas de mis propios miedos. Llegue a pensar que él había despertado en mí esa sensación de querer, de estar.
Me encontré con la falsía de los que aman, pero es más el amor así mismos que a cualquier otro, de mi propio egoísmo, de dormir sola con mi cochino ego.
No estoy lista para dejar de ser Violetta, la que camina con tacones altos y la mirada fija, no estaba lista para dejar mis carteras vecinas, quería solo querer sin esas malas intenciones de los que llevan esa pendeja etiqueta de propiedad privada.
Era mi libertad la que hablaba, miss pelvis la que no se dejaba gobernar, era yo, creo queridos míos que estos momentos en los que me pongo asquerosamente reflexiva sirven para hacer pautas.
Sentarme cerca de alguna ventana, con algún libro que me grite a la cara la irrealidad de los otros, con un café que me enfrié las ganas de querer tener fe.
El se fue, no dejo ni la fe, ni el amor, no devolvió los besos que me había robado, era como si solo lo hubiera soñado, cuando sueño que soy como tantas otras dentro de un closet ignorándose y buscando en las novelas rosa su propio final feliz.
Amor, me enferma esa palabra, que lastima que mis mejores sentimientos me hagan vomitar, la gente que se enamora no vomita y por eso se envenena envenena.