Es cierto en ocasiones nos excitamos solo con pensar lo que vamos a hacer y aunque no haya sido tan bueno (el sexo) tu terminas satisfecho.
Hoy en día es difícil encontrar buenos amantes, aquellos que sean discretos, que no hagan alarde de sus aventuras de cama y que estén cuando tu de verdad los necesitas.
Ayer encontré a un amigo con el cual me resulta entretenido hablar sobre hombres y su instrumento de batalla, ambos compartimos los mismos gustos, él está en una etapa asexual, bueno eso cree, es más bien cuestión de suerte.
Hablábamos de que todas las Hetairas deberíamos tener nuestra propia premiación a “El Falo del año” ¡aja!, se que resulta increíble pero dentro de los que apoyan la nomina, algunos valen la pena.
Esta por ejemplo el tipo rudo con cierto airecito chicano, que tiene el don de buen amante, rudo y fuerte. Aquel que tiene pinta de mujeriego, atractivo y alegre. Podría ser ese que corre y tiene un abdomen donde podría lavar mi ropita interior. Ya se tal vez aquel que generosamente me llama para decirme cuanto le gusto. O ese que viene de vez en vez con regalitos. Esta el que me dice que me quiere y piensa en el tiempo que tengo conociéndolo.
Cada uno, a pesar de que no todos son excepcionales en la cama, tienen su encanto. Tenemos nuestro inventario de aventuras nos reunimos a contarnos secretitos de ellos, a reírnos algunas veces, a imaginarlos, a jugar con nuestras mentes retorcidas.
Jugamos a coquetear, aprendemos de las miradas, los movimientos y en el desinterés de nosotras esta el interés de ellos. A recibir sin tener que dar. Suena por demás egoísta pero quien no lo es, los hombres no han aprendido que las mujeres no lo hacen por nada, todas se venden por algo: amor, deseo, compañía, promesas, dinero.
Terminamos nuestra profunda platica eligiendo a uno de los candidatos, ese que cumplía con un sin número de requisitos.
Optamos por elegir al chico rudo, fuerte, y gran amante. Lo más maravilloso de todo es que es discreto, y con disponibilidad de tiempo.
Y entonces, se que había averiguado lo suficiente para luego enseñarme lo mal que se lleva la libertad con la indiscreción.
lunes, 11 de octubre de 2010
jueves, 7 de octubre de 2010
CORPORATIVIZACIÓN DEL OFICIO
Siempre se conoce gente nefasta, y más en este negocio. Los ejemplares de la miseria humana se arrastran por todo Saltillo, se esconden en las esquinas, en los Palacios de Gobierno, en las escuelas y callejones.
Pero bien dicen que el enemigo está en casa, y así me pasó a mí. No me refiero a mi familia, si no aun tipo de esos horribles, que Dios creó con los residuos del barro de Adán.
Hay quienes ven en esto toda una corporación o hasta una empresa establecida. Así era este sujeto, quien trataba de alimentar mi ego, mientras buscaba que yo alimentara su nariz; trataba de venderme ingenuidad yo pecados.
A muchas de este negocio les pasa, se encuentran a algún fulano que las protege y administra a cambio de la mitad de sus ganancias, que sirve para patrocinarle a él una que otra cosa rara. Justo de esa medida era El Patrón de quien hablo: adicto, sabelotodo sucio, se tomaba la libertad de pedir que te quitaras la ropa para ver que tal estaba la mercancía, como si hicieras casting para el negocio de tu vida.
Aún y con mi habilidad para no caer en trampas, pero si ser bastante tramposa, comencé a laborar en horarios nocturnos en el negocio del Patrón (me encantaría decirles el nombre, pero no se emocionen, no lo haré, no daré publicidad gratis a un montón de cabrones).
Mi experiencia con él fue caso tan explotadora como la que tuve en el trabajo que deje y que me llevó a laborar de acompañante.
El del Patrón, es todo un negocio establecido: cartera de clientes, página de Internet, tarjetas de presentación, pago por nómina, ajá, increíble ¿no? “Mas que un servicio una compañía” era su lema.
El jamás se movía para eso existía Ella, quien secundaba sus órdenes. En Ella veía el cliché de las relaciones con los proxenetas: les hace falta, sienten que no van a vivir sin ellos. Cualquier semejanza con un kilo de cois debajo de la cama es mera coincidencia.
Odio a esos tipos que ven Discovery Channel cinco minutos y creen saberlo todo en el mundo. De verdad, así se las creía éste, un genio, el Carlos Slim de las lentejuelas…
Decidí dejar mi acta de renuncia. Siempre he tenido éxito, y me ha bastado con mis propias mañas. No necesitaba a ese Patrón que parecía caminar siempre con el letrero que decía: “Se vende hijo de puta con buenos modales, aproveche oferta por tiempo limitado”
Saltillo es un ombligo, te enteras de todo, conoces a todos. Me enteré del quiebre en a bolsa de valores de este corporativo de putas. No les voy a decir quién me contó. Ni quien quebró, no como… ellos saben bien, y como todo termina mezclándose con todo, el que este libre de coca que tire la primera piedra.
Pero bien dicen que el enemigo está en casa, y así me pasó a mí. No me refiero a mi familia, si no aun tipo de esos horribles, que Dios creó con los residuos del barro de Adán.
Hay quienes ven en esto toda una corporación o hasta una empresa establecida. Así era este sujeto, quien trataba de alimentar mi ego, mientras buscaba que yo alimentara su nariz; trataba de venderme ingenuidad yo pecados.
A muchas de este negocio les pasa, se encuentran a algún fulano que las protege y administra a cambio de la mitad de sus ganancias, que sirve para patrocinarle a él una que otra cosa rara. Justo de esa medida era El Patrón de quien hablo: adicto, sabelotodo sucio, se tomaba la libertad de pedir que te quitaras la ropa para ver que tal estaba la mercancía, como si hicieras casting para el negocio de tu vida.
Aún y con mi habilidad para no caer en trampas, pero si ser bastante tramposa, comencé a laborar en horarios nocturnos en el negocio del Patrón (me encantaría decirles el nombre, pero no se emocionen, no lo haré, no daré publicidad gratis a un montón de cabrones).
Mi experiencia con él fue caso tan explotadora como la que tuve en el trabajo que deje y que me llevó a laborar de acompañante.
El del Patrón, es todo un negocio establecido: cartera de clientes, página de Internet, tarjetas de presentación, pago por nómina, ajá, increíble ¿no? “Mas que un servicio una compañía” era su lema.
El jamás se movía para eso existía Ella, quien secundaba sus órdenes. En Ella veía el cliché de las relaciones con los proxenetas: les hace falta, sienten que no van a vivir sin ellos. Cualquier semejanza con un kilo de cois debajo de la cama es mera coincidencia.
Odio a esos tipos que ven Discovery Channel cinco minutos y creen saberlo todo en el mundo. De verdad, así se las creía éste, un genio, el Carlos Slim de las lentejuelas…
Decidí dejar mi acta de renuncia. Siempre he tenido éxito, y me ha bastado con mis propias mañas. No necesitaba a ese Patrón que parecía caminar siempre con el letrero que decía: “Se vende hijo de puta con buenos modales, aproveche oferta por tiempo limitado”
Saltillo es un ombligo, te enteras de todo, conoces a todos. Me enteré del quiebre en a bolsa de valores de este corporativo de putas. No les voy a decir quién me contó. Ni quien quebró, no como… ellos saben bien, y como todo termina mezclándose con todo, el que este libre de coca que tire la primera piedra.
lunes, 4 de octubre de 2010
APRENDER
Todos los días al despertar siento el impulso de verme en el espejo del baño me observo desnuda, toco mis senos, y mido con mis dedos si la gravedad y los años que pasan han causado estragos, mi abdomen, mis piernas, mis muslos y si la magia de la ropa interior aun no pierde ese maravilloso encanto en los hombres al dibujarme la figura.
Juego con la sensualidad de la regadera del agua cayendo en la piel, de los besos que se van dibujando de algunos de mis amores a quienes conservo en el pensamiento, los casos especiales de generosidad carnal.
Todas tenemos a nuestros favoritos, a los que podrían pasar desapercibidos por la chequera y los saldos extra, en algunas ocasiones al salir del baño casi a punto de concluir las ideas, regreso a ser yo, todo los pensamientos pintados de lujuria de miss pelvis se fueron por el caño diluyéndose con el agua.
Tu alguna vez te has arrepentido de no vivir, alguna vez te has visto de verdad en el espejo, te imaginas dibujando aves en el pecho que un día volaran, o que traerán algo nuevo, o dejaran de tener colores.
O piensas, en nada, solo en que el baño se convierte en mi lugar infinito favorito, tan pequeño a veces, cálido, mío, donde desnuda sin nadie puedo ser yo. Puedo ver cada recoveco de mi cuerpo.
Un día veía mis calzones, a la altura de mis tobillos seguramente estaba sentada sobre la taza, imaginándome algo, fumando, no lo recuerdo, dije “¡vaya, que sexy es verlos desde esta altura!”.
De esas perversiones personales, ese placer de verme, de observar cada espacio de carne, mi ropa, mis pies, las manos, reconocerme. Empiezo a reflexionar en dos frases que escribe mi poeta favorito. Lo primero, uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad.
Lo segundo que, uno empieza a aprender...Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas. Y luego comienzo a vestirme, para salir de nuevo con mis tacones altos, una sonrisa carmín, y mi cartera lista.
Juego con la sensualidad de la regadera del agua cayendo en la piel, de los besos que se van dibujando de algunos de mis amores a quienes conservo en el pensamiento, los casos especiales de generosidad carnal.
Todas tenemos a nuestros favoritos, a los que podrían pasar desapercibidos por la chequera y los saldos extra, en algunas ocasiones al salir del baño casi a punto de concluir las ideas, regreso a ser yo, todo los pensamientos pintados de lujuria de miss pelvis se fueron por el caño diluyéndose con el agua.
Tu alguna vez te has arrepentido de no vivir, alguna vez te has visto de verdad en el espejo, te imaginas dibujando aves en el pecho que un día volaran, o que traerán algo nuevo, o dejaran de tener colores.
O piensas, en nada, solo en que el baño se convierte en mi lugar infinito favorito, tan pequeño a veces, cálido, mío, donde desnuda sin nadie puedo ser yo. Puedo ver cada recoveco de mi cuerpo.
Un día veía mis calzones, a la altura de mis tobillos seguramente estaba sentada sobre la taza, imaginándome algo, fumando, no lo recuerdo, dije “¡vaya, que sexy es verlos desde esta altura!”.
De esas perversiones personales, ese placer de verme, de observar cada espacio de carne, mi ropa, mis pies, las manos, reconocerme. Empiezo a reflexionar en dos frases que escribe mi poeta favorito. Lo primero, uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad.
Lo segundo que, uno empieza a aprender...Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas. Y luego comienzo a vestirme, para salir de nuevo con mis tacones altos, una sonrisa carmín, y mi cartera lista.
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