miércoles, 23 de marzo de 2011

CLOSET DE CRISTAL

El vivía atrapado en un closet, pero no uno común y corriente era uno donde todos podíamos verlo, darnos cuenta de aquellos deslices de falta de moral, fugitivo de la normalidad, enemigo de la verdad.
Así era el ese chico que vivía a un costado de mi casa, hicimos sobre mesa después de una buena cena, un café y un buen cigarro, para acompañar su melancolía. Habría preferido el alcohol, como bien dicen es un buen lubricante social.
Me decía yo no soy como tú. Necesito enamorarme, encontrar un hombre que me quiera y si puede ser que de vez en cuando me regale flores. Mi respuesta fue prefiero que coja bien y ya le regalaré yo las flores.
Soy una mujer promiscua, sí, porque pretendo utilizar el sexo como medio para encontrar lo que todo el mundo busca: reconocimiento, placer, autoestima y, en definitiva, amor y cariño. ¿Qué hay de patológico en eso? Si quieres ponerme un nombre, adelante no me importa, pero sabes que lo que soy en realidad es una Nereida, una Ninfa sencillamente.
Nunca llevo mi bolsita de prejuicios, el se marcho a algún congal de donde ocasionalmente sacaba mancebos para tener amantes en las noches de soledad, si la soledad ese arbitro insobornable.
Algunos antropólogos dicen... que el morbo surge de transgredir las reglas básicas del asco.

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