La vanidad pendeja es un defecto de fabrica dirían algunos, en mi la vanidad funge como aliciente para alimentar mi cochino ego. Además de las interminables platicas de salón donde las mujeres hablan mal, bien, irónica o jodidamente de los hombres.
Una de ellas alegaba que la “muchacha”, bueno la mujer que le hace la limpieza, ante el temor de quedarse sola se casa con un tipo que tiene tanta virilidad como una barbie con un conjunto militar, pero ella asegura que no es la boda o quedarse sin su señora del aseo lo que le preocupa. Si no ese afán de las mujeres por sentir la seguridad (falsa) que les da un hombre, corren a los brazos closeteros de cualquiera.
En verdad buscamos esa “seguridad” yo creo que no en todas las mujeres despierta eso que te da el sentirte libre, sin las ataduras que te da la monogamia, obviamente no todas piensan como yo y que bueno si no que competitivo sería en la bolsa de valores del mundo puteril si todas salieran a rellenar sus carteras.
La mujer que cortaba mi cabello, dijo, textual: “yo prefiero estar sola llegar a casa sin pensar en que debo prepararle a alguien la cena, uno que coja rico, si está casado no importa, que su mujer le lave los calzones y a mí que me atienda en la cama”
Si soy sincera esto me hizo sentirme orgullosa de vivir en plena soledad gozando de los beneficios de solo salir con hombres que buscan en mí un solo interés y del cual me sirvo plácidamente con sus bonos extras.
Como lo he dicho en Saltillo ay una especie de devaluación de la virilidad, que encausa a las mujeres a salir con otras mujeres, o con hombres solo como objetos sexuales o con casi hombres.
Mujercitas que aun sueñan con príncipes azules de tacones rosas, quien está libre de pecado...No sabe lo que se pierde.
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