Cuando lo imagine por primera vez me parecía tan sensual la idea de besarlo, en esos días había leído una revista donde la mayoría de las notas centrales son encuestas sexuales, digo en mi oficio es como leer la bolsa de valores para un empresario, en fin hablaba de las fantasías recurrentes en las mujeres, me llamo la atención dos de ellas. La primera decía que de diez mujeres ocho tienen la idea recurrente de tener sexo con un extraño y otras el sexo rudo.
Me apunte en las que prefieren el sexo con un extraño, y bueno es que miss pelvis tenía sus propias jueguitos perversos, recuerdo que a los 18 lo que me hacía sentir cosquillas entre las piernas era tener un chico rudo, con brazos fuertes llenos de tatuajes. Y ahora la oportunidad de hacer este sueño realidad se hacía presente.
¡Ah! Bendita tecnología, que nos hace más cercanos y nos deja vernos a través de imágenes con poses de revista y el mejor peinado, o la ridiculez de las noches de fiesta.
Cumplía con los requisitos oficiales, por lo menos hasta ahora, después de planear tanto una salida a el regio mundo de los barrios llenos de congales, me decidí, me aventure a conocerlo y emborracharme a propósito para terminar en su cama, digo si no era lo que esperaba podría usar el pretexto clásico de ¡que hice, perdón andaba hasta la madre! Cosa que no fue así, si no todo lo contrario. Y volvería por más en la primera oportunidad.
Quiero ver líneas de sus dedos dibujados en mi espalda de nuevo, tal vez no lo vuelva a ver pero miss pelvis quedo satisfecha la realidad supera la ficción regrese a casa con el mejor sabor de boca, él es de los que en cada oportunidad se aleja buscando, o intentando encontrar.
Que se quede con los sueños de Violetta en su cama, con unos besos de mi boca, y mis piernas abrazándolo, y el agradecimiento por la hacer de lo erótico algo real.
Es un nómada que tiene casas y un lugar a donde va, que huye pero nadie puede huir de nada ni de sí mismo. Y entre paginas y letras nos buscamos, nos alejamos, nos enviamos besos que un día nos daremos, son de esas promesas que no ay que cumplir. Las palabras solo sé que quedan si las escribes con tinta en la piel, the only truth is what you feel!
lunes, 27 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
LA LOCURA ES EL ANTIDOTO ANTE LA ESTUPIDEZ…
Ay quienes caminan con el amor amputado con las ganas a medias y el ego en la bolsa derecha del pantalón. “No quiero enamorarme”, eso dijo después del segundo round en la cama y nublo la vista en el segundo beso de su Violetta.
Quienes somos para reprimir lo que la carne siente, el es de esos que juega y esconde un par de cartas en la manga de la camisa, y eso no es trampa, es miedo. Me gusta tener abastecida la despensa básica con cosas primordiales como: agua, un frasco de café, cigarros, papel de baño y sexo ocasional.
Nos besábamos mientras el agua de la regadera iba borrando las caricias pasadas y nos dejaba espacio para más, me dejo ver en su cara un poco de sentimentalismo que se le escapo sin darse cuenta. De pronto tuvo unos minutos de lucidez y decidió huir, se puso el pantalón, la camisa y camino a la puerta, dice que no le gusta voltear atrás, creo que lo hizo y por eso regreso. Creo que imaginaba que jamás saldría de mi boca: quédate.
Por la mañana debía marcharse la dosis de manos y deseos de “miss pelvis” se había terminado y volvía a ser yo sin mis prejuicios pero bueno esos hombres que quieren alimentar su cochino ego, ¡aja! Saben que ocho de diez hombres son expertos en arruinar el momento después del sexo, las mujeres como yo no necesitamos palabras, no queremos las promesas que no se van a cumplir y odiamos la palabras de miel al oído.
Una de esas frases de macho alfa fue lo que hizo a mi personita bajar de un salto de la cama. Los egoístas nos odiamos para destantear al enemigo, y después regresamos a la cama donde espera nuestro cochino ego.
Mi aventura de “una noche” se convirtió en “nos veremos pronto” ¡Amor! ya sabes cómo me enferma esa palabra que lastima que mis mejores sentimientos me hagan vomitar, la gente que se enamora no vomita por eso se envenena.
Todo se resume siempre en una pregunta ¿quieres jugar? Y juegas, pero siempre pon las cartas sobre la mesa. Precaución: si de esas precaucioncitas paranoicas que una se toma no tanto para protegerse como para sentirse protegida. Veía que la intensidad de su pasión estaba media por la soledad que la precedía.
Quienes somos para reprimir lo que la carne siente, el es de esos que juega y esconde un par de cartas en la manga de la camisa, y eso no es trampa, es miedo. Me gusta tener abastecida la despensa básica con cosas primordiales como: agua, un frasco de café, cigarros, papel de baño y sexo ocasional.
Nos besábamos mientras el agua de la regadera iba borrando las caricias pasadas y nos dejaba espacio para más, me dejo ver en su cara un poco de sentimentalismo que se le escapo sin darse cuenta. De pronto tuvo unos minutos de lucidez y decidió huir, se puso el pantalón, la camisa y camino a la puerta, dice que no le gusta voltear atrás, creo que lo hizo y por eso regreso. Creo que imaginaba que jamás saldría de mi boca: quédate.
Por la mañana debía marcharse la dosis de manos y deseos de “miss pelvis” se había terminado y volvía a ser yo sin mis prejuicios pero bueno esos hombres que quieren alimentar su cochino ego, ¡aja! Saben que ocho de diez hombres son expertos en arruinar el momento después del sexo, las mujeres como yo no necesitamos palabras, no queremos las promesas que no se van a cumplir y odiamos la palabras de miel al oído.
Una de esas frases de macho alfa fue lo que hizo a mi personita bajar de un salto de la cama. Los egoístas nos odiamos para destantear al enemigo, y después regresamos a la cama donde espera nuestro cochino ego.
Mi aventura de “una noche” se convirtió en “nos veremos pronto” ¡Amor! ya sabes cómo me enferma esa palabra que lastima que mis mejores sentimientos me hagan vomitar, la gente que se enamora no vomita por eso se envenena.
Todo se resume siempre en una pregunta ¿quieres jugar? Y juegas, pero siempre pon las cartas sobre la mesa. Precaución: si de esas precaucioncitas paranoicas que una se toma no tanto para protegerse como para sentirse protegida. Veía que la intensidad de su pasión estaba media por la soledad que la precedía.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
PUTIFICANDO EL AMOR
Puede que puedan imaginarme persiguiendo el amor, o esperando en las tardes a que algunos de mis amores se conviertan en mi putezco príncipe azul, o rojo, o tal vez amarillo. Pero, no en mi vida cotidiana lo único a lo que jamás me apego es a las relaciones personales, odio los sentimentalismos. No es que este en huelga él corazón, o sea una “perra desalmada”, como a veces me llama un querido amigo.
Veo a los esposos de algunas, los novios de otras y qué decir de los futuros cónyuges, pagar por un momento con alguna de nosotras, las mujeres como yo nos revelamos al hecho de saber que la mayoría de los hombres, si les gusta comprometerse o hasta se enamoran, pero algo en su ser en esa parte del instinto que les grita que deben alimentar el ego o reafirmar la masculinidad en brazos de una como yo que le susurre al odio que “¡eres el mejor!” (Aun sabiendo lo fingido de nuestras palabras), ellos deciden correr ese riesgo.
Qué rayos hacemos para no darnos cuenta de que todos buscan lo mismo, que los hombres fieles lo son mientras les dure el encanto de tus piernas, se necesita más que eso para retenerlos, se necesita más que ser amable, linda.
Mi amiga había decidido que su encanto fuera alternar ritmos tropicosos miradas y meneo de cola para seducir a su víctima, un tipo presuntuoso con cierto aire de Don Juan Tepiteño (trillado, muy trillado) y algunas frases rebuscadas.
Cuando besas te dejas seducir, siempre he creído que “besar en la boca es mucho más íntimo que tener sexo”, se dejo llevar, jugo y perdió. El tipo una semana después de su encuentro y una lista de promesas de amor, se caso con la Santa de su ex novia (estaba embarazada).
Mi amiga derramo unas cuantas lagrimas, probó la infidelidad y el maldito desencanto. Volver a casa y encontrarse con el mismo hombre en su cama, la desilusión no se hizo esperar, algunas cosas en el juego de las sabanas son difíciles de olvidar más que el mismo encanto de las promesas no cumplidas.
De vez en cuando se encuentra con el Don Juan y le roba algunos besos, se dicen mentiras, fingen que se creen. Cuando hay una persona que te agrada, lo que más quieres es creerle cualquier cosa que te cuente.
Veo a los esposos de algunas, los novios de otras y qué decir de los futuros cónyuges, pagar por un momento con alguna de nosotras, las mujeres como yo nos revelamos al hecho de saber que la mayoría de los hombres, si les gusta comprometerse o hasta se enamoran, pero algo en su ser en esa parte del instinto que les grita que deben alimentar el ego o reafirmar la masculinidad en brazos de una como yo que le susurre al odio que “¡eres el mejor!” (Aun sabiendo lo fingido de nuestras palabras), ellos deciden correr ese riesgo.
Qué rayos hacemos para no darnos cuenta de que todos buscan lo mismo, que los hombres fieles lo son mientras les dure el encanto de tus piernas, se necesita más que eso para retenerlos, se necesita más que ser amable, linda.
Mi amiga había decidido que su encanto fuera alternar ritmos tropicosos miradas y meneo de cola para seducir a su víctima, un tipo presuntuoso con cierto aire de Don Juan Tepiteño (trillado, muy trillado) y algunas frases rebuscadas.
Cuando besas te dejas seducir, siempre he creído que “besar en la boca es mucho más íntimo que tener sexo”, se dejo llevar, jugo y perdió. El tipo una semana después de su encuentro y una lista de promesas de amor, se caso con la Santa de su ex novia (estaba embarazada).
Mi amiga derramo unas cuantas lagrimas, probó la infidelidad y el maldito desencanto. Volver a casa y encontrarse con el mismo hombre en su cama, la desilusión no se hizo esperar, algunas cosas en el juego de las sabanas son difíciles de olvidar más que el mismo encanto de las promesas no cumplidas.
De vez en cuando se encuentra con el Don Juan y le roba algunos besos, se dicen mentiras, fingen que se creen. Cuando hay una persona que te agrada, lo que más quieres es creerle cualquier cosa que te cuente.
domingo, 5 de septiembre de 2010
CUESTION DE SUERTE
En esta ocasión prefiero no hablar de tragedias ajenas. Ya saben, en este mundo de rentas, ventas, mentiras y amorcitos de crédito card, es mejor volverse espectadora y permitir que hablen los demás, por que como dijo Confucio. “El que sólo está lleno de si mismo, está vacío”.
Alguna vez escuche decir de boca de mi padre algo así como: “la suerte es para los pendejos”. Y bueno, uno les cree a los padres tanto como la razón aguanta, así que yo le creí a él y clasifiqué como pendejos a todos aquellos individuos suertudos que ganaban la lotería. Ya en serio, eso me marcó y pasó a ser parte de mi acervo de frases sabias y siempre utilizables.
Mi idea entorno a estoa cambiado un poco, a raíz de cierta historia que me contaron (aquí empieza la parte que suena a testimonio acerca de Jesús, pero no cambien la página, por favor): Sofía es una chica de diecisiete años. Fue violada de pequeña por un familiar. Comenzó en la prostitución muy joven por que no tenía dinero. (Imaginen si por no tener dinero todo mundo entrara en esto, México sería un burdel gigante). Esta embarazada de cuatro mese; de manera bastante irónica, el padre de su hijo es también su manager (eufemismo que se utiliza para proxeneta). Es este quien atiende la cartera de clientes y quien controla los gastos. Platicando con Sofía, me doy cuenta que no es la ignorancia lo que lleva a una mujer a vivir subyugada; esta técnica es una forma de vida inexplicable, pero cierta. No intento que alguien se toque el corazón y llore con esta pequeña reseña, pero si quiero que entiendan mi punto. Ni siquiera Justina, la del Marqués, sabe hasta donde llega el infortunio de la vida real.
Sofía ha convertido su vida de mentirillas en algo cotidiano, y bueno, su pareja, esposo y padre de su hijo acepta y tolera que ella comparta su amor pagado con otros hombres. La oportunidad de conocerla se me dio en una ocasión en que compartimos escenario de trabajo, ya saben, en reuniones en las que cada quien lleva su cada cual pagada, y haciendo siempre honor al tamaño de la cartera (quien trae la más cara, educada y bonita). Rodeadas de pláticas nefastas y pseudo negocios, decidimos beber tequila y güisqui para olvidar un poco el sabor amargo d tanta hipocresía, que traía consigo una noche larga de mucho trabajo y tacones altos.
Después de hablar Sofía (y metiendo mi personita al tema, de nuevo) veo que la suerte es parte importante de mi vida. Como ya les había comentado, aún no he tenido alguna experiencia desagradable, o que me enseñe se estoy haciendo lo correcto (una vez más, “¡Aleluya deidad de las putas!”).
Algunos les toca que les llueva, a otros que se les inunde y a otros como yo, el agua solo nos moja los tacones. La suerte si existe, pero es como el presupuesto de gobierno, muy, muy injusta.
Alguna vez escuche decir de boca de mi padre algo así como: “la suerte es para los pendejos”. Y bueno, uno les cree a los padres tanto como la razón aguanta, así que yo le creí a él y clasifiqué como pendejos a todos aquellos individuos suertudos que ganaban la lotería. Ya en serio, eso me marcó y pasó a ser parte de mi acervo de frases sabias y siempre utilizables.
Mi idea entorno a estoa cambiado un poco, a raíz de cierta historia que me contaron (aquí empieza la parte que suena a testimonio acerca de Jesús, pero no cambien la página, por favor): Sofía es una chica de diecisiete años. Fue violada de pequeña por un familiar. Comenzó en la prostitución muy joven por que no tenía dinero. (Imaginen si por no tener dinero todo mundo entrara en esto, México sería un burdel gigante). Esta embarazada de cuatro mese; de manera bastante irónica, el padre de su hijo es también su manager (eufemismo que se utiliza para proxeneta). Es este quien atiende la cartera de clientes y quien controla los gastos. Platicando con Sofía, me doy cuenta que no es la ignorancia lo que lleva a una mujer a vivir subyugada; esta técnica es una forma de vida inexplicable, pero cierta. No intento que alguien se toque el corazón y llore con esta pequeña reseña, pero si quiero que entiendan mi punto. Ni siquiera Justina, la del Marqués, sabe hasta donde llega el infortunio de la vida real.
Sofía ha convertido su vida de mentirillas en algo cotidiano, y bueno, su pareja, esposo y padre de su hijo acepta y tolera que ella comparta su amor pagado con otros hombres. La oportunidad de conocerla se me dio en una ocasión en que compartimos escenario de trabajo, ya saben, en reuniones en las que cada quien lleva su cada cual pagada, y haciendo siempre honor al tamaño de la cartera (quien trae la más cara, educada y bonita). Rodeadas de pláticas nefastas y pseudo negocios, decidimos beber tequila y güisqui para olvidar un poco el sabor amargo d tanta hipocresía, que traía consigo una noche larga de mucho trabajo y tacones altos.
Después de hablar Sofía (y metiendo mi personita al tema, de nuevo) veo que la suerte es parte importante de mi vida. Como ya les había comentado, aún no he tenido alguna experiencia desagradable, o que me enseñe se estoy haciendo lo correcto (una vez más, “¡Aleluya deidad de las putas!”).
Algunos les toca que les llueva, a otros que se les inunde y a otros como yo, el agua solo nos moja los tacones. La suerte si existe, pero es como el presupuesto de gobierno, muy, muy injusta.
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