lunes, 20 de septiembre de 2010

LA LOCURA ES EL ANTIDOTO ANTE LA ESTUPIDEZ…

Ay quienes caminan con el amor amputado con las ganas a medias y el ego en la bolsa derecha del pantalón. “No quiero enamorarme”, eso dijo después del segundo round en la cama y nublo la vista en el segundo beso de su Violetta.
Quienes somos para reprimir lo que la carne siente, el es de esos que juega y esconde un par de cartas en la manga de la camisa, y eso no es trampa, es miedo. Me gusta tener abastecida la despensa básica con cosas primordiales como: agua, un frasco de café, cigarros, papel de baño y sexo ocasional.
Nos besábamos mientras el agua de la regadera iba borrando las caricias pasadas y nos dejaba espacio para más, me dejo ver en su cara un poco de sentimentalismo que se le escapo sin darse cuenta. De pronto tuvo unos minutos de lucidez y decidió huir, se puso el pantalón, la camisa y camino a la puerta, dice que no le gusta voltear atrás, creo que lo hizo y por eso regreso. Creo que imaginaba que jamás saldría de mi boca: quédate.
Por la mañana debía marcharse la dosis de manos y deseos de “miss pelvis” se había terminado y volvía a ser yo sin mis prejuicios pero bueno esos hombres que quieren alimentar su cochino ego, ¡aja! Saben que ocho de diez hombres son expertos en arruinar el momento después del sexo, las mujeres como yo no necesitamos palabras, no queremos las promesas que no se van a cumplir y odiamos la palabras de miel al oído.
Una de esas frases de macho alfa fue lo que hizo a mi personita bajar de un salto de la cama. Los egoístas nos odiamos para destantear al enemigo, y después regresamos a la cama donde espera nuestro cochino ego.
Mi aventura de “una noche” se convirtió en “nos veremos pronto” ¡Amor! ya sabes cómo me enferma esa palabra que lastima que mis mejores sentimientos me hagan vomitar, la gente que se enamora no vomita por eso se envenena.
Todo se resume siempre en una pregunta ¿quieres jugar? Y juegas, pero siempre pon las cartas sobre la mesa. Precaución: si de esas precaucioncitas paranoicas que una se toma no tanto para protegerse como para sentirse protegida. Veía que la intensidad de su pasión estaba media por la soledad que la precedía.

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