miércoles, 15 de septiembre de 2010

PUTIFICANDO EL AMOR

Puede que puedan imaginarme persiguiendo el amor, o esperando en las tardes a que algunos de mis amores se conviertan en mi putezco príncipe azul, o rojo, o tal vez amarillo. Pero, no en mi vida cotidiana lo único a lo que jamás me apego es a las relaciones personales, odio los sentimentalismos. No es que este en huelga él corazón, o sea una “perra desalmada”, como a veces me llama un querido amigo.
Veo a los esposos de algunas, los novios de otras y qué decir de los futuros cónyuges, pagar por un momento con alguna de nosotras, las mujeres como yo nos revelamos al hecho de saber que la mayoría de los hombres, si les gusta comprometerse o hasta se enamoran, pero algo en su ser en esa parte del instinto que les grita que deben alimentar el ego o reafirmar la masculinidad en brazos de una como yo que le susurre al odio que “¡eres el mejor!” (Aun sabiendo lo fingido de nuestras palabras), ellos deciden correr ese riesgo.
Qué rayos hacemos para no darnos cuenta de que todos buscan lo mismo, que los hombres fieles lo son mientras les dure el encanto de tus piernas, se necesita más que eso para retenerlos, se necesita más que ser amable, linda.
Mi amiga había decidido que su encanto fuera alternar ritmos tropicosos miradas y meneo de cola para seducir a su víctima, un tipo presuntuoso con cierto aire de Don Juan Tepiteño (trillado, muy trillado) y algunas frases rebuscadas.
Cuando besas te dejas seducir, siempre he creído que “besar en la boca es mucho más íntimo que tener sexo”, se dejo llevar, jugo y perdió. El tipo una semana después de su encuentro y una lista de promesas de amor, se caso con la Santa de su ex novia (estaba embarazada).
Mi amiga derramo unas cuantas lagrimas, probó la infidelidad y el maldito desencanto. Volver a casa y encontrarse con el mismo hombre en su cama, la desilusión no se hizo esperar, algunas cosas en el juego de las sabanas son difíciles de olvidar más que el mismo encanto de las promesas no cumplidas.
De vez en cuando se encuentra con el Don Juan y le roba algunos besos, se dicen mentiras, fingen que se creen. Cuando hay una persona que te agrada, lo que más quieres es creerle cualquier cosa que te cuente.

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